El Juego de la Oca: Summers, un genio desaprovechado

Antoine Doinel*

La evolución cinematográfica de Manuel Summers pasa de ser la gran esperanza del nuevo cine español de los sesenta a la vulgaridad esperpéntica más ramplona de la caspa y del eructo del celuloide patriota. Su cine se mueve entre la genialidad renovadora de sus primeras películas hasta el chascarrillo ruborizante de sus últimos filmes peseteros y matahambres.   

Un cineasta complicado este Manolo Summers, incómodo para la censura franquista aún siendo hijo del régimen, su padre fue procurador en las Cortes, producto de la santísima Escuela Oficial de Cine, compañero de Carlos Saura, de Basilio Martín Patino, de Pilar Miró, de talento desbordante y lengua afilada, humorista gráfico en las páginas del diario PUEBLO y colaborador habitual en la TVE pionera.

Comienzos prometedores los de aquel chico sevillano que abandonó el Derecho por la cámara y la escritura de guiones. Bien podría Summers haber sido el director insignia de la “Nouvelle Vague” española por aquella su primera deliciosa película: “Del rosa al amarillo”, 1963. Tierna y delicada oda al amor que se profesan tanto niños como viejecitos en su tránsito vital, desde el descubrimiento infantil en el colegio hasta el epílogo en el asilo. O por su tragicómica “La niña de luto”, 1964, una exposición cáustica de las presiones y tabúes con los que la sociedad y la religión hostigaban la vida de los jóvenes novios impidiéndoles su porvenir en mor de la moral, interpretados por Alfredo Landa y María José Alfonso. Y más aún por su tercera obra: “El juego de la oca”, 1965, nominada en Cannes en 1966, una película en la que se aprecia la huella y la influencia que Truffaut o Godard tuvieron en aquella generación de rebeldes realizadores españoles. El protagonista de la cinta, José Antonio Amor, bien pudo inspirarse en Jean Paul Belmondo. Y Sonia Bruno, la protagonista femenina, en Jean Moreau. Una historia sorprendente para una sociedad y una época en la que el relato de un “trío” resultaba novedoso en las pantallas. Guion de Pilar Miró, dotado de la sensibilidad femenina que imprimiría a todas sus historias. Y un montaje digno de Welles, con alternancia de primeros planos expresivos de los protagonistas y fotografía muy cuidada, producto de la excelente industria cinematográfica que había en España en ese momento. José Antonio Amor, un hallazgo desaprovechado con físico entre Fabio Testi, Sean Connery y el ciclista Eddy Merckx, que apenas si volvió a trabajar en media docena de películas más sin ningún relieve. Y Sonia Bruno, la promesa del cine español, que decidió evitar las dificultades de una carrera cinematográfica incierta cambiando el plató por el seguro matrimonio con uno de los héroes futbolísticos del momento, Pirri, el renombrado futbolista del Real Madrid.

Desengañado por el escaso entendimiento o éxito que sus películas tenían en el público de los sesenta, o tal vez alentado por conseguir un rendimiento dinerario, Summers invirtió su inmenso talento en burdas producciones de usar y tirar que le reportaron un beneficio económico inmediato y efímero, aunque se alejase de la gloria reservada a los que se mantuvieron en el lado oscuro de la peseta frente al relato cautivador y áspero de la realidad social española.

El Juego de la Oca”, de oca a oca, de mujer a mujer, de la amante a la esposa, del vértigo a la tranquilidad. Le siguieron otras cintas memorables como “Juguetes rotos”, 1966, antes de caer, desquiciado, en el torbellino pesetero de las mamonadas en las que To er mundo é güeno. Música de Antonio Pérez Olea. Producida por Benito Perojo para Suevia Films-Cesáreo González. Todo el elenco del Star System español que después mantendrían una dilatada carrera: Francisco Valladares, Julieta Serrano, Juan Luis Galiardo, Álvaro de Luna, José María Prada, etc., etc.  

La Filmoteca Española rinde a Manuel Summers un merecido homenaje y durante el mes de mayo y junio se proyectarán sus películas en el Cine Doré, ese patrimonio madrileño de la humanidad que aún no se ve invadido por hordas de turistas maleteros. No lo propaguen, eviten a los guiris, pero no se pierdan las películas de Summers.

Sufrid, mamones, devolvedme a mi chica, retorceros entre polvos pica-pica. Summers se lo merece.


Programación Filmoteca Española mes de mayo de 2024


Hasta en el diseño del cartel de la película se asemejan «El juego de la oca» y «A bout de soufle».


*El que esto escribe tuvo el placer de actuar como figurante en la peli «Sufre Mamón». Y charlar amistosamente con Manuel Summers en los vestuarios del Estadio Bernabeu durante los partidos de la Champions, entonces Copa de Europa, que el equipo merengue disputaba, ayer como hoy, contra el Bayern de Munich.


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